La violencia filio-parental (VFP ) se define como un acto de abuso ejercido por los hijos hacia los padres cuyo objetivo es ganar poder y control sobre ellos. Este comportamiento se diferencia de las conductas disruptivas propias de la adolescencia, ya que se considera inaceptable y conlleva importantes secuelas para las víctimas. La adicción a sustancias y trastornos por el uso de alcohol, cannabis y cocaína puede estar detrás en muchos casos de este tipo de violencia.
En la actualidad diferenciamos tres tipos de VFP: (1) física. (2) psicológica; y (3) económica o financiera, con conductas como robar dinero o pertenencias, vender posesiones de los padres, incurrir en deudas que deberán pagar los progenitores, o exigir a los padres que les compren cosas que no pueden permitirse. La aparición de este tipo de violencia hace pensar en la posible presencia de una adicción al cannabis o dependencia de cocaína.
La prevalencia en España de la VFP se estima que está en un 3% en violencia física y entre un 10-12% en violencia psicológica y lo sufren con mayor frecuencia las madres o cuidadoras de sexo femenino.
Diversos estudios concluyen que la aparición de VFP está relacionada con los siguientes factores presentes en la familia:
1. Excesiva permisividad y normas inconsistentes; 2. Inconsistencia de las normas entre padre y madre; 3. Presencia de agresiones de los padres a los hijos en épocas anteriores; 4. Existencia de violencia entre los padres actual o pasada; 5. Justificación de la violencia; 6. Conducta abandónica y dificultad para compartir la vida afectiva (dificultades de comunicación); 7. Y consumo de alcohol excesivo por parte de alguno de los padres.
La VFP suele aparecer en forma de escalada, es decir, van apareciendo pequeñas conductas agresivas, normalmente psicológicas, que van aumentando en frecuencia, intensidad y gravedad a lo largo del tiempo, aunque también puede aparecer de forma súbita.
Estas últimas suelen tener que ver con la aparición de algún trastorno, normalmente psicopatológico, que ha de ser tratado por psiquiatras especialistas y psicólogos.
El primero tiene que ver la mayor parte de las veces con un estilo educativo excesivamente permisivo, falto de límites claros y es habitual que vaya relacionado con el consumo de tóxicos ( adicción al cannabis o adicción a la cocaína) por parte de los adolescentes y también requiere la intervención de psiquiatras y psicólogos especializados.
La VFP es una problemática pluricausal y ha de entenderse en el contexto familiar. Los objetivos de intervención abarcan el patrón de interacción familiar, es decir, el adolescente no se puede “tratar” como el único que tiene responsabilidad en este tema, sino hay que considerar a la familia en global. Es la familia la que tiene un problema, no el chico o chica.
Es importante valorar el papel del consumo o adicción de cannabis y/o coca en dichas situaciones, ya que si existe una dependencia a dichas sustancias se hará imprescindible un tratamiento de desintoxicación y tratamiento de rehabilitación.