Existen parejas cuya relación ha llegado a tal grado de deterioro que ya no sienten por el otro ningún respeto, ninguna admiración y, por supuesto, ningún cariño. Lo único que desean es separarse.
Hay otros casos en los que manteniéndose o no los sentimientos de afecto, uno de los dos se ha enamorado de otra persona con quien desea iniciar una nueva vida.
Cuando un miembro de la pareja ha decidido separarse y lo ha decidido seriamente, no quedan muchas alternativas. Si uno de los dos no ve otra salida que separarse, la ruptura es obligada.
Los hijos
Si una pareja continúa su vida en común sólo por los hijos, pero no hay respeto ni cariño, puede que se les transmita una noción muy triste de lo que es la vida conyugal. Si se separan pero lo hacen de una forma cuidadosa, y atentos a las necesidades de los hijos, quizá les transmitan la idea de que la vida en pareja es difícil, pero no por ello imposible. Si la relación fracasa, como tantas cosas en la vida, se debe seguir buscando el cariño y el respeto.
El proceso de separación comportará más o menos problemas, según la edad de los hijos, de su conocimiento acerca de la situación, de lo aparentemente normal que sea el comportamiento paterno, y sobre todo de la actuación que se tenga a posteriori.
Tratamiento
Si se desea que el miembro que quiere proseguir la relación entienda los motivos del otro para romperla, es útil la ayuda de un especialista. La intervención de un profesional colabora para que se asimile la nueva situación, se eviten rencores y malestares innecesarios, y facilitar la posibilidad de una nueva vida de forma constructiva y con proyectos positivos.
Cuando uno de los dos está muy seguro, raramente cambia de opinión, por lo que no es aconsejable plantearse la terapia como una forma de hacerle cambiar de parecer. Si la decisión no ha sido suficientemente meditada o existen dudas razonables -cosa que suele ser frecuente- y ambos están interesados en mejorar la situación, el terapeuta conyugal podrá ayudarles a decidir de forma objetiva y equilibrada para ambos.
También es habitual pedir ayuda para separarse sin hacerse daño, cuidándose mutuamente: intentar una separación de mutuo acuerdo. Si un miembro de la pareja desea la separación pero teme la reacción de su cónyuge, no sabe cómo decírselo y no quiere hacerle daño, el consejo de un terapeuta de pareja también puede ser de ayuda.