Es importante diferenciar el tiempo en que el paciente que realiza una desintoxicación de las drogas ha estado consumiendo tóxicos. No es lo mismo un paciente que tiene un historial de años, historial que se remonta a su adolescencia que la persona adulta cuyo consumo y adicción a las drogas es de relativamente pocos años.
La persona adulto que realiza una desintoxicación de las drogas comienza su tratamiento con el objetivo de no perder lazos afectivos (hijos, pareja, amigos, familia, etc.) y/o no perder su trabajo. El paciente tiene una serie de motivaciones que refuerzan la motivación propia. No quiere destruir un contexto vital que le ha costado toda su vida construir. En tal sentido, si el paciente mantiene la abstinencia y realiza modificaciones en su forma de interpretar las situaciones cotidianas, recuperará aquello que estuvo a punto de perder.
En cambio, el paciente que desea realizar una desintoxicación de las drogas, pero que su historial de consumo se extiende a su adolescencia, tendrá una situación radicalmente diferente. En este caso, los lazos sociales (grupo de pares, amistades, etc.) giran alrededor del consumo del tóxico. Es decir la persona se da cuenta que es importante realizar un giro a su vida, pero cuando cambia hábitos (por ejemplo: dejar de ir a discos y/o bares donde consumía), se da cuenta que su vida cotidiana consistía en esos mismos hábitos que le llevaban a consumir.
Llegado a este punto la desintoxicación de las drogas llega a un punto álgido, donde el paciente tendrá que elegir entre retornar a sus antiguos hábitos negativos construidos durante toda su vida o construir desde cero un nuevo ser social que le permita lograr una calidad de vida que satisfaga el esfuerzo de la abstinencia.