Llevamos muchos meses de confinamiento. Y aunque en las últimas semanas no han sido tan rígidas como las anteriores, la cotidianidad está conllevando consecuencias de diferentes tipos en la mayoría de nosotros.

Estas consecuencias tienen que ver normalmente con tensiones mentales y emocionales que provocan picos de ansiedad y de comportamientos compulsivos que cada uno gestiona como sabe y puede.

Las circunstancias impuestas por el estado de alarma y el confinamiento son un caldo de cultivo propicio para que ciertos comportamientos se incrementen, y pasen del uso al abuso. Es aquí donde el peligro de convertirse en adicción presente.

Las denominadas adicciones sin sustancia –tales como la ludopatía o la adicción a los videojuegos– y especialmente en adolescentes o preadolescentes, son lo suficientemente graves como para que les prestemos atención. 

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¿Cuándo se trata de adicción a los videojuegos?

En relación a los videojuegos hemos de tener en cuenta dos aspectos básicos:

  1. Los códigos PEGI (Pan European Game Information). 

Son unos códigos específicos de la industria de los videojuegos y software que nos dan información orientativa sobre la edad adecuada para su consumo y sobre el contenido del mismo. Es muy importante tenerlos en cuenta, como también los códigos éticos y educativos propios de cada uno, de cada familia.

Los niños menores de 3 o 4 años no deberían jugar con videojuegos ni usar tablets ni móviles. Según la OMS no es bueno para su desarrollo psíquico ni para la vista. Y si alguna vez lo hacen han de ser adecuados a su edad y siempre acompañados de un adulto.

2. Tener un criterio claro sobre qué limitación de tiempo es la adecuada para su uso.

Es decir, es muy importante el tema de los límites. Es normal que los niños y los adolescentes no sepan regular por sí mismos el uso de los videojuegos. El no saber poner límites está más en los adultos que en los menores. Son los padres o cuidadores quienes deben regular los tiempos, y estar atentos a las reacciones del niño a ese límite. 

¿Cuáles son los tiempos adecuados para jugar videojuegos?

El videojuego debe formar parte de toda una serie de rutinas y actividades del día a día del niño y adolescente. Hemos de tener en cuenta que:

  • Hay que dormir entre 12 o 13 horas (niños pequeños) y 8 horas (adolescentes).
  • Hay que hacer las tareas de la escuela, en confinamiento o sin él.
  • Ayudar en tareas domésticas (limpieza, orden, etc.… adecuado a la edad).
  • Compartir tiempo y espacio con la familia.
  • Y disponer de tiempo para lo que les apetezca, que para  los adolescentes ha de ser mayor (necesitan más tiempo privado e íntimo).

Es en ese tiempo en donde caben distintas actividades, como deporte, actividades fuera de casa y juegos, entre los que se incluyen los videojuegos.

El tener controlado el tiempo que están los niños/as y adolescentes jugando no excluye que los adultos debamos saber a qué tipo de juegos juegan nuestros hijos y si son adecuados para su edad. También debemos tener en cuenta que podrán jugar si han cumplido con el resto de actividades que hemos enumerado anteriormente.

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El papel del adulto en los videojuegos para niños y adolescentes

El papel del adulto vuelve a ser primordial. Los padres han de procurar diversificar. Si se dan cuenta que no es así y se está ocupando más tiempo del que debería con los videojuegos, hay que intervenir. Es decir, regular el uso o incluso retirar el móvil, tablet o videojuego.

En el establecimiento de cualquier trastorno por dependencia, ya sea con substancia o sin substancia, se pueden considerar tres diferentes etapas:

  • El uso, 
  • el abuso 
  • y la adicción. 

Para identificar si un comportamiento es adictivo o se está convirtiendo en adictivo hay que atender a lo que pasa cuando se le dice al niño/a o adolescente que no podrá jugar más allá de un tiempo concreto o se le retira el juego. Hemos de observar si el no poder jugar le genera ansiedad o le genera unas reacciones exageradas, como irritabilidad alta o conductas desafiantes. Si es así tenemos que empezar a pensar en una posible adicción y pedir asesoramiento profesional.