Uno de los problemas para iniciar un tratamiento de cannabis es la permisividad que tiene este tóxico a nivel social. Esta permisividad es efecto de lo que se denominan mitos en relación con el consumo de cannabis. Estos mitos corren como moneda falsa de mano en mano. Veamos algunos de estos mitos para desmitificarlos.
Muchos pacientes al iniciar un tratamiento de cannabis realizan afirmaciones como la siguiente: “un porrito sólo en las fiestas no pasa nada”. Esto es falso, porque los efectos del cannabis dependen de la vulnerabilidad de la persona y/o la cantidad de la dosis. Los efectos que pueden producir son ansiedad, ataque de pánico, llegando incluso a una psicosis inducida por el consumo (tener ideas delirantes, alucinaciones, etc.)
Otro obstáculo para un eficaz tratamiento de cannabis son los efectos positivos de consumir porros. Es el mito de pensar que los porros te permiten superar situaciones complicadas. Es cierto que a corto plazo, el fumar porros reduce la ansiedad. Sin embargo, cuando se consume de manera frecuente puede producir disfunciones en las habilidades de la persona como tener una percepción distorsionada de las cosas, posponer y no solucionar los problemas.
Pero un mito que es más problemático para poder iniciar un tratamiento de cannabis es el que sostiene que “fumar cannabis resulta menos perjudicial que fumar tabaco”. Por un lado están los efectos del cannabis sobre la salud corporal ya que el cannabis contiene muchos de los carcinógenos y mutágenos del tabaco y en mayor cantidad (un 50% más). Además, la forma de consumirlo (fumada, sin filtro y con aspiraciones profundas) aumenta los riesgos de padecer cáncer. Tiene efecto broncodilatador, lo que favorece la absorción de las sustancias tóxicas, y al igual que ocurre con el tabaco, también es perjudicial para los fumadores pasivos.
Pero, por otro lado, el pensar que un tóxico es más saludable que otro tóxico, es como pensar que un veneno es más saludable que otro veneno. Uno inmediatamente diría que un veneno es un veneno. Ciertamente, un tóxico es un veneno y, por lo tanto, no hay comparaciones porque todo veneno es perjudicial.