El desarrollo y perfeccionamiento de las técnicas de neuroimagen a lo largo de las últimas décadas ha permitido conocer las estructuras y funciones del cerebro en sujetos vivos.

Con estas técnicas se han abierto nuevas líneas de investigación, tales como la identificación de anormalidades en el funcionamiento cerebral de sujetos con patologías psiquiátricas, determinación de las estructuras cerebrales implicadas durante la realización de una tarea concreta (como, por ejemplo, recordar un listado de nombre) o una mejor comprensión de los mecanismos cerebrales implicados en conductas complejas.

Una de las líneas de investigación que se ha venido desarrollando es el estudio de los cambios cerebrales que se producen como consecuencia de una terapia psicológica. Así se hace posible medir de manera objetiva los cambios que se producen en el transcurso del tratamiento psicológico, y también los que puedan sobrevenir después de la finalización de la terapia.

El cerebro, al ser un órgano plástico, se va moldeando como consecuencia de las experiencias que tiene el sujeto y responde a la  terapia psicológica mediante cambios en su estructura y en sus funciones.

resonancia cerebro

Diversas investigaciones han podido observar indicios de cambios cerebrales en pacientes después de la terapia psicológica. Se ha investigado en diferentes tipos de trastornos, como depresión, el trastorno obsesivo compulsivo, fobias, estres postraumático,  etc… y se ha investigado tanto con terapias cognitivo conductuales como  con psicoterapia psicodinámica, y en todos los casos se puede observar que hay cambios significativos en la actividad cerebral.

Cuando una persona sufre depresión (trastorno caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad), su cerebro cambia. Generalmente, este órgano pasa a mostrar hiperactividad en regiones del sistema límbico (relacionado con las emociones, la personalidad y la conducta), como la amígdala.. Tras 8 meses de terapia psicológica los cerebros de los pacientes con depresión habían cambiado: su actividad ya no se distinguía de la de los participantes sanos. Por otra parte, las evaluaciones sobre sus síntomas depresivos mejoraron significativamente tras esos ocho meses

El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por un hipermetabolismo de distintas áreas del cerebro, entre ellas el núcleo caudado. La terapia psicológica ayuda a normalizar los niveles metabólicos del núcleo caudado, y esto va emparejado a una mejoría de los síntomas.

En los pacientes con fobias, se puede ver que la terapia disminuye la actividad del sistema límbico, implicado en las respuestas de miedo.

En términos generales, estos resultados indican que la terapia psicológica produce cambios en el funcionamiento del cerebro y que estos cambios van asociados a una mejoría en la sintomatología del paciente. Así, aunque quizás es pronto para extraer conclusiones consistentes, podemos empezar a tener evidencia científica que la psicoterapia, sea del tipo que sea, es efectiva más allá de las valoraciones subjetivas que se utilizaban hasta ahora como las valoraciones de los pacientes y de los terapeutas, o la comparación de los resultados de los test pre y post tratamiento.

De nuevo comprobamos que el cerebro de los adultos tiene capacidad para modificarse y esa misma plasticidad cerebral puede ayudarnos a superar ciertos trastornos mentales. Por eso es aconsejable mantener nuestro cerebro en forma para  que conserve todo su potencial para aprender y mejorar.