Según la OMS, 3 de cada 10 adolescentes de entre 15 y 18 años padece depresión. Los datos más recientes de la OMS alertan que el suicidio afecta a todos los grupos de población, pero representa la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.

La adolescencia es un periodo de crecimiento y desarrollo, y también puede suponer un periodo de vulnerabilidad por ser una etapa caracterizada por ciertas dificultades en la que los jóvenes deben resolver determinadas tareas evolutivas.

Durante la pandemia y la crisis que ha supuesto se han intensificado algunos factores psicosociales que influyen en las conductas suicidas de los menores como el aislamiento, la ansiedad, la hipersensibilidad, la ausencia de proyectos, la depresión, …

Además, el ritmo frenético actual junto con la intolerancia a la frustración y la incapacidad para demorar y plantearse objetivos a medio y largo plazo es uno de los grandes males de esta generación de niños, niñas y adolescentes que, lejos de ser inofensiva, tiene importantes implicaciones en su salud mental y en la impulsividad de sus acciones.

El mal uso de las nuevas tecnologías de la información que favorecen conductas de riesgo y potencian formas de comunicación rápidas y deshumanizadas, no permiten un buen desarrollo de las habilidades sociales ni de las competencias emocionales básicas que necesitamos para resolver los inevitables avatares de la vida. No solo cambia su manera de comunicarse sino también su forma de “ser-en el-mundo”.

Es por eso que la comunidad debe estar especialmente alerta a las “señales de alarma”, que comprenden la comunicación verbal y no verbal infantil y adolescente, así como cambios en su comportamiento.

 

Señales de riesgo de un intento de suicidio

  1. Cambios bruscos en el estado de ánimo.
  2. Retraimiento social: Se relaciona menos o de manera diferente. Puede que busque refugio en las redes sociales.
  3. Síntomas depresivos o diagnóstico de depresión.
  4. Sentirse inmerso en un problema del que no encuentra salida.
  5. Manifiesta no querer ir al colegio y dice tener miedo: Es señal de que hay problemas con los compañeros y en ocasiones de que puede haber insultos, amenazas, vejaciones, etc…
  6. Bajada en el rendimiento académico.
  7. Sueño inquieto y falta de descanso: ansiedad, nerviosismo, vómitos matinales (a menudo antes de ir a clase).
  8. Come menos porque está desganado/a o come peor.
  9. Carácter impulsivo o poco reflexivo: Actividades o deportes de alto riesgo sin considerar las consecuencias fatales, el consumo de sustancias, u otras actividades de riesgo…
  10. Autolesiones e intentos previos de suicidio.
  11. Haber verbalizado ideas en relación al suicidio o regalar objetos propios personales.

 

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¿Cómo prevenirlo? Consejos

  • Dar importancia a las verbalizaciones de las ideas suicidas: Hay que hacer caso y darle importancia si el /la adolescente verbaliza o se descubren   ideaciones suicidas: No lo tomen a la ligera pensando que ya se le pasará ni tampoco le reprendan ni se enfaden pues la intención que hay no es la de desafiar.
  • Validar las emociones que expresa: Es importante dejar que el niño o adolescente se exprese emocionalmente y que los padres puedan darle una respuesta comprensiva o empática. No confrontar ni minimizar lo que dice, acompañarlo y contenerlo pues necesita sentir seguridad.
  • Evitar momentos de tensión familiar cuando se expresan según qué emociones: Intenten evitar peleas familiares o tensiones. El niño/a o adolescente necesita estar en un ambiente estable y tranquilo cuando se atreve a expresar ciertas emociones.
  • Comunicación vs interrogación: Es importante hablar con él /ella desde la serenidad, acogiendo su malestar y transmitiéndole que vais a estar allí cuando lo necesite. Prestarle atención y hablar con él no significa interrogarle.
  • Enseñar la temporalidad de las situaciones: Nada es para siempre y los problemas tienen solución, pero hay que buscarla en el lugar y la forma adecuados. Y para ello hay que pedir ayuda.
  • Compartir los problemas nos ayuda a solucionarlos: Los /as adolescentes tienden a pensar que lo que están viviendo no le sucede a nadie más, que nadie les puede comprender y se aíslan. Explicar que hablar de nuestros problemas nos aporta posibles soluciones que nosotros no habríamos descubierto solos es importante.
  • Disminuir el tiempo «enganchado» a las redes. Mirar de reducir el tiempo negociando con ella/él, no prohibiendo o castigando.
  • Potenciar y fomentar las actividades y aficiones saludables que puedan realizarse en grupo (deporte, música, cine, etc…)
  • Procurar que esté acompañado/a el mayor tiempo posible si se detectan señales o comportamientos que nos indiquen ideación suicida y preservarle de las situaciones en las que pueda hacerse daño.
  • Buscar ayuda psicológica: Los padres pueden ayudar, pero cuando la situación es desbordante o no sabemos cómo solucionarlas es necesario buscar ayuda profesional.