Con este nombre empieza a conocerse  el trastorno de la alimentación que lleva al extremo obsesivo la alimentación sana y que consiste en un control exhaustivo y cada vez más estricto de los componentes de los alimentos. Consiste en ingerir exclusivamente alimentos puros sin aditivos, ni conservantes, ni colorantes, pasando a rechazar todos aquellos alimentos cultivados con pesticidas o herbicidas, y aquellos que contienen sustancias artificiales.

Ni en Catalunya ni en España  hay  datos publicados sobre la prevalencia de este trastorno de la alimentación, pero algunos centros especializados estiman que entre el 0,5% y el 1% de la población puede estar afectada. Principalmente aparece en  adolescentes y  mujeres, y quienes se dedican a deportes tales como el culturismo o el atletismo. Su prevalencia  podría ir en aumento  en los próximos años, ya que la sociedad actual «tiende a los extremos» y las personas o se cuidan en exceso o no se cuidan nada  «y en ambos casos tienden a la autodestrucción con la comida como ocurre con la obesidad.

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Este trastorno de la alimentación empieza cuando una persona limita excesivamente ciertos productos de la alimentación diaria, como la carne roja, huevos, azúcares, lácteos y grasas. Los que sufren este trastorno dedican gran parte de su tiempo (3 o más horas al día) a organizar la dieta y la planifican con mucha antelación, pueden llegar a desplazarse grandes distancias para conseguir alimentos especiales o puramente ecológicos, los pesan, analizan sus componentes y abandonan sus actividades diarias si es necesario.

Pero la obsesión por comer sano, va más allá y se preocupan incluso, por la forma de preparación de su comida, y los recipientes en que los cocinan. Dedican mucho tiempo a la planificación de los menús, y a la preparación de los alimentos. Cada pequeña transgresión alimenticia, se acompaña de sentimientos de culpabilidad y frustración cada vez más fuertes. Se rechaza todo aquello que no es “natural”, lo que influye de modo muy negativo en la vida social de la persona. Comer fuera de casa, en un bar o restaurante, en casa de un familiar o amigo, resulta conflictivo y puede llegar a ser impensable para estas personas.

Se trata de un trastorno relativamente nuevo y poco estudiado, y en la actualidad se define y trabaja como un tipo de trastorno de la alimentación. Las personas que lo padecen tienden a la preocupación excesiva, a la rigidez y llegan al comportamiento obsesivo-compulsivo. De hecho, suele ser bastante habitual que se instale en personas que han padecido anorexia o bulimia, y que al recuperarse optan por introducir en su dieta sólo alimentos de origen natural, probióticos, cultivados ecológicamente, sin grasa o sin sustancias artificiales que puedan causarles algún daño. Por lo tanto, sufre esta enfermedad, quien vive con la obsesión de seguir una dieta basada en comida biológicamente pura.

A diferencia de las personas con anorexia o bulimia, las personas con  ortorexia  hablan abiertamente de sus dietas y reglas de alimentación, incluso intentan convencer al otro de los beneficios de ella. Llegan a sentirse superiores a aquellas personas que no siguen esta forma de vida y suelen presentar «una falsa autoestima» basada en esta idea de superioridad y en el pleno convencimiento de que su vida es «mejor» que la del resto, lo que les puede llevar al aislamiento social.

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Normalmente, la prevalencia de este trastorno de la alimentación (ortorexia)  es mayor en personas muy estrictas, controladas y exigentes consigo mismas y con los demás. Su personalidad suele ser extremista; todo o nada.

Las consecuencias que tiene este trastorno, sobre la vida y el entorno social, son principalmente las siguientes:

  • Rechazo a comer fuera de casa, para evitar tentaciones, y también por el hecho, de que es contrario a sus teorías.
  • Distanciamiento de amigos y familiares, puesto que todo su mundo gira en torno  a sus estrictas normas a cerca de la comida.
  • Cambios de carácter: debido al aislamiento a que suele dar lugar este trastorno, la persona adquiere un carácter irritable y amargo.
  • Se produce un círculo vicioso, debido a la falta de satisfacciones afectivas, lo que conduce a una preocupación aún mayor  por la comida.