La relación entre consumo de tabaco y alcohol está poco estudiada y poco tenida en cuenta por los profesionales. Tanto el alcohol como la nicotina son drogas psicoactivas que se potencian mutuamente, y comparten la tendencia a “ no ser vistas» por  los profesionales sanitarios,  es decir, la poca disposición a ver el problema y a intervenir.

tabaco y OH

El consumo de tabaco y  alcohol se hace en mucha ocasiones en un contexto social y pueden relacionarse ambos consumos. De hecho se ha estudiado bastante la relación entre consumo de tabaco y alcohol en jóvenes, que van unidos, y en los que intervienen factores psicosociales. Este enlace que se establece entre alcohol y tabaco en las situaciones sociales habituales en las que se inicia el consumo de ambas sustancias es muy potente, tanto que puede estar presente toda la vida, y solo se puede llegar a romper a través de una concienciación y de un esfuerzo por romperla.

Pero no hay que olvidar otros factores que pueden influir, en los que predominan los aspectos adictivos de ambas sustancias:

  1. El alcohol y el tabaco son, con gran diferencia, las drogas con el mayor número de adictos en el mundo. Son también las sustancias que comportan el mayor coste sanitario y social.
  2. Comparten legalidad y ello les permite estar omnipresentes en nuestra sociedad.
  3. Un porcentaje muy alto de personas que tienen dependencia al alcohol (hasta las tres cuartas partes) son, a su vez, dependientes del tabaco. También hay relación entre el consumo de riesgo de alcohol y la probabilidad de ser fumador.
  4. Hay una relación entre la adicción al alcohol, la severidad de la adición a la nicotina, y la intensidad de los síntomas de la abstinencia a la nicotina al dejar de fumar.
  5. La prevalencia de tabaquismo y dependencia del alcohol en pacientes psiquiátricos es más elevada que en población general. Por ejemplo, son fumadores entre el 62% y 76% de los pacientes esquizofrénicos, y estos son dependientes al alcohol en un porcentaje del 33%.

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Un estudio reciente nos dice que el consumo de alcohol acelera la rapidez con que el cuerpo descompone la nicotina. Este hecho podría ser un factor contribuyente de las bajas tasas de abandono del tabaquismo en los fumadores adictos al alcohol. A las personas que descomponen la nicotina de forma más lenta se les hace más fácil dejar de fumar, porque la nicotina permanece más tiempo en sus cuerpos. Al beber alcohol se descompone más rápidamente la nicotina en el organismo y el cerebro pide más ingesta de nicotina, fumando más.