La cafeína es el principal ingrediente (junto con el azúcar) de las llamadas bebidas energéticas. Al ser bebidas que han estado relacionadas siempre con un aumento de la energía, el deporte, la resistencia, etc… se las ha vendido como bebidas “sanas”, mensaje que ha llegado directamente a un público muy joven y adolescente.

La cafeína, es un constituyente natural presente en más de 60 especies de plantas. Se podría considerar la sustancia estimulante de mayor consumo y la más socialmente aceptada a nivel mundial.

La realidad es que consumir bebidas energéticas está relacionado con aumentar nuestro riesgo de sufrir diversos trastornos, especialmente si las mezclamos con alcohol, costumbre, que ya hace unos años se ha extendió, especialmente entre los jóvenes.

Efectos de las bebidas energéticas:

Efectos a corto plazo:

Si las tomamos con frecuencia nos puede provocar dolores de cabeza, de abdomen, mareos, deshidratación y problemas para dormir. Esto se debe sobre todo a los altos niveles de azúcar y cafeína.

Efectos a largo plazo:

No hay muchas investigaciones, pera las que lo han hecho están de acuerdo en que los principales problemas que aparecen son problemas cardiacos y renales, aumentos de la presión arterial, y si se combinan con ginseng pueden agravar problemas de hemorragias, y si se combina con guaraná, provoca alteraciones del sueño.
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Peligros de las bebidas energéticas:

  • El azúcar: llevan el equivalente a 20 cucharadas de azúcar, lo que se relaciona con la obesidad, la diabetes tipo 2, caries, etc…
  •  Altas dosis de cafeína: pueden provocar trastornos del sueño, alteraciones de la tensión arterial, palpitaciones, nauseas, vómitos e incluso convulsiones. Su consumo aumenta el riesgo de padecer diversas complicaciones cardiovasculares incluso en adultos sanos. La FDA (Food and Drug Administration) reconoce los riesgos del alto consumo de cafeína e impone un límite de 71 miligramos en los refrescos de 354 mililitros. Sin embargo, no se han impuesto límites al contenido de cafeína de las bebidas energéticas, y cada envase puede contener fácilmente de 200 a 300 miligramos, o más.
  •  Y el tercer peligro proviene de la mezcla con bebidas alcohólicas. La elevada cantidad de cafeína que contienen las bebidas energéticas enmascara los efectos depresores del alcohol sobre el sistema nervioso central, es decir, minimizan la auto percepción de la ebriedad. Cuando no se tiene la percepción de ir bebido (se camufla por el efecto estimulante de la cafeína), más probabilidades hay de seguir bebiendo, y por tanto aumenta el riesgo de llegar a una intoxicación etílica, sufrir lesiones (peleas, accidentes), y en última instancia, sufrir un coma etílico. Además se están poniendo las bases para desarrollar una adicción a corto o medio plazo.

 

Cuando el consumo supera aproximadamente, los 300 mg al día, el sistema motor puede verse activado sobremanera, así como alterado el ciclo de sueño-vigilia además de aumentar de forma generalizada las tasas de metabolismo cerebral.

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Dos latas -aunque en función de la marca varían las cantidades de cafeína-, según los expertos, nos llevan al angustiante mundo de la sobrestimulación: insomnio, nerviosismo, inquietud, agresividad, trastornos gastrointestinales y alteración de la frecuencia cardiaca, sumado al impacto metabólico que produce el disparo de azúcar ambos efectos, a largo plazo, podrían afectar al corazón o desarrollar enfermedades crónicas.

Estos efectos, especialmente los psicoestimulantes, recuerdan, aunque sea de lejos, a los efectos estimulantes de la cocaína  y a los efectos euforizantes del alcohol. Esto es lo que hace que personas que han desarrollado una adicción, sin darse cuenta la mayor parte de ocasiones, incrementen de forma elevada la cantidad de café o de bebidas energéticas.