El atentado ocurrido en Bruselas ayer, nos lleva a rememorar lo ocurrido en París hace pocos meses y a otros tantos ocurridos en los últimos años, y se nos hace presente, otra vez, una realidad que hasta ahora en el mundo occidental no contemplábamos o no queríamos ver: El mundo no es tan seguro como quisiéramos y ocurren cosas, inesperadas, que pueden cambiarnos la vida en pocos segundos. Y no está en nuestras manos controlarlo.

Desde el Centro Bonanova queremos aprovechar la publicación de este artículo para manifestar nuestro pésame a las familias, amigos de las víctimas y al conjunto de la sociedad belga en estos momentos difíciles.

Ponemos a la disposición de quien lo necesite, las siguientes recomendaciones, sobre el soporte y atención psicológica que necesitan los menores que hayan sufrido alguna pérdida o situación traumática.

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Los Primeros Auxilios Psicológicos en niños

Al niño intentaremos:

1-Contenerlo:

-Asegurar la comodidad y el descanso

-Le daremos muestras de cariño frecuentes

-Intentaremos que las emociones no se desborden (ni las del adulto que comunica, ni la de los niños que reciben la noticia).

-Recogeremos siempre los miedos y las fantasías y responderemos desde la racionalidad.

Los más mayores (a partir de los 9 años): les dejaremos cierto espacio para que puedan estar solos, pero no excesivo.

2-Calmarlo:

-Le hablaremos con voz pausada y serena.

-Le procuraremos actividades relajantes

-Intentaremos recordarle alguna situación previa, en la que pudo controlar sus miedos y lo consiguió.

-Permitirle distraerse viendo la TV, jugando con amigos, etc.

-No decirle nunca, que si se calma, todo irá mejor, ya que posiblemente eso no sea verdad.

3-Informarlo:

-Utilizaremos palabras y explicaciones simples, utilizaremos un lenguaje adecuado a su edad. Con los más mayores, utilizaremos un lenguaje adulto, pero sencillo.

-Le explicaremos lo ocurrido de forma simple y honesta

-Responderemos a sus preguntas, con claridad y sin evasivas.

-No le daremos más información de la que nos pide, si quiere saber más, ya nos la preguntará. Invitarle a hacer preguntas.

-Averiguar qué sabe ya, posiblemente haya oído informaciones a medias que le asusten, porque no las entiende.

-Si no quiere saber nada, está evitando el dolor. Retomaremos el tema el día siguiente

-Si lo sucedido  ha comportado la muerte de alguien cercano, abordaremos el tema de forma directa, sin rodeos. Le explicaremos el carácter permanente de la muerte y la tristeza que causa (a los niños de 3 a 6 años)

4-Normalizarlo:

-Ayudaremos al niño a expresar cómo se siente, poniendo nombre a sus emociones.

-Le animaremos a expresarse, pero sin forzarle a ello.

-Tampoco le obligaremos a hablar.

-Si reacciona con irritabilidad, agresividad o con regresiones, en lugar de ignorarlo, le comentaremos tranquilamente que entendemos que está enfadado, nervioso, pero que poco a poco tiene que tratar de no estarlo.

Con los niños más mayores (a partir de 10 años): No le obligaremos a hablar, posiblemente, prefiera hacerlo con sus amigos. Le explicaremos que hay muchas formas de estar triste y de “llorar sin lágrimas” y que a veces el mal humor es una de ellas. Explicarle también, que no es necesario estar triste todo el tiempo, si ha habido una muerte en la familia.

5-Consolarlo:

Le ayudaremos a entender lo que ha ocurrido

-Le permitiremos participar en los rituales de despedida

-Le animaremos a dibujar y/o jugar acerca de lo ocurrido

-Mantendremos las rutinas familiares

-Le permitiremos volver a la escuela y a sus actividades habituales

-Fomentaremos su vida social

LAS RESPUESTAS ESPERABLES

Cambios conductuales: Se muestra más callado de lo habitual. Presenta un comportamiento agitado. Pérdida de la autonomía.

En los más mayores: aislamiento, hiperactividad, irritabilidad; malhumor como expresión de tristeza. Dificultades de concentración y de rendimiento, conductas disruptivas, absentismo escolar.

Cambios en el patrón de comunicación: Está en silencio porque tiene dificultades para expresar lo ocurrido. Demanda constantemente detalles sin importancia sobre lo ocurrido. Los preadolescentes ya se comunican poco, tras un incidente, éste patrón se refuerza. Facilitarles a los más mayores la comunicación con su grupo de iguales.

Miedo generalizado en los más pequeños (3 a 9 años): A estar solo. A ir a lugares desconocidos. A separarse de los cuidadores.

Pensamientos reiterados sobre lo ocurrido: preguntará mucho sobre ello, sobre el por qué, cómo, etc. Dificultades para dejar de pensar en ello.

Alteraciones del sueño: Pesadillas, miedo a la oscuridad.

Cambios en las conductas basales: En los más mayores puede aparecer insomnio, cambios en los hábitos alimentarios,

 -Todas estas respuestas son adaptativas, es decir, normales.

 -Disminuyen de manera gradual, desaparecen en 4 semanas.

-Si se prolongan, consultaremos con un especialista