Según señala un estudio reciente realizado sobre “Percepción y Conocimiento del Alcoholismo en España”, todavía están muy presentes en nuestra sociedad viejos tópicos sobre el alcoholismo.
El estudio describe que el 12% de los encuestados consideran que el alcoholismo es un vicio, y el 33,7% considera que es una enfermedad, pero que empieza por una actitud viciosa.
Esto tiene sentido si pensamos que en España hace poco más de 40 años que el alcoholismo es considerado como una enfermedad entre los profesionales del ámbito sanitario, es decir, entre médicos, psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, etc… y que en lugar de ser castigado, denigrado, y apartado, ha de ser tratado. Pero fuera de ese ámbito el cambio de vicio por enfermedad es algo que cuesta.
La palabra vicio tiene asociados significados que tienen que ver con la falta de rectitud, el defecto moral, el hábito de obrar mal, etc… aspectos moralistas que más tienen que ver con la falta de voluntad que otra cosa.
Sin embargo, el alcoholismo es una dependencia y como tal ha de ser tratado. Según la OMS, la dependencia de sustancias es multifactorial: está determinada por factores biológicos y genéticos, en los cuales los caracteres hereditarios pueden desempeñar un papel importante, y por factores psicosociales, culturales y ambientales.
El tratamiento adecuado del alcoholismo tendrá en cuenta esos factores en cada paciente, estudiando en cada caso cual de ellos puede tener más peso, y planteará la combinación idónea de terapias, tanto farmacológicas, psicológicas como psicosociales.