Diversos informes, encuestas y estadísticas están detectando desde hace tiempo un aumento progresivo del consumo de ansiolíticos o hipnóticos en nuestro país, con predominancia de su uso entre las mujeres.

Hablaríamos de un mal uso cuando se utilizan o prescriben sin que esté indicado o durante un tiempo o dosis inadecuado. Cualquier especialista en medicina o de atención primaria  puede prescribir pero no siempre se tiene un control posterior con lo que puede generar problemas de iatrogenia.

También es habitual la automedicación con este tipo de fármacos. Las recomendaciones de amigos, vecinos o familiares, o incluso la “consulta” realizada por internet, hacen que se recurra a los ansiolíticos más frecuentemente de lo que sería necesario.

Es en la década de los 60 del siglo pasado cuando aparecen las benzodiacepinas. Estos medicamentos tranquilizantes e inductores del sueño significaron un gran avance en el tratamiento de un gran número de trastornos mentales. En los años 90 la Asociación Americana de Psiquiatría ya advirtió de sus potenciales efectos adversos y su riesgo de adicción. Diversos estudios evidencian que su eficacia como ansiolíticos o hipnóticos disminuye rápidamente con el tiempo, y que su consumo crónico, sobre todo en personas mayores, está relacionada con un deterioro cognitivo, reducción de la movilidad y de las habilidades para conducir, y mayor riesgo de caídas.

 

 

Cuanto más tiempo se tomen ansiolíticos más difícil es dejar de tomarlos.

 

Las benzodiacepinas tienen efectos rebote si se dejan de tomar de forma brusca, es decir, los síntomas que aparecen son los mismos que se tenían antes o más intensos. Por eso es importante dejar de tomarlos con dosis decrecientes pautado por un médico especialista.

También crean tolerancia, la persona necesita dosis cada vez mayores para conseguir los mismos efectos que al inicio del tratamiento y a más largo plazo la persona puede empezar a presentar síntomas de abstinencia si por algún motivo la dosis es inferior a la que se está acostumbrado.

Las personas con antecedentes adictivos tienen un mayor riesgo de adicción a las benzodiacepinas y, cuando su consumo va asociado al del alcohol o los opioides existe un mayor riesgo de accidentes, lesiones, deterioro cognitivo y sobredosis.

adiccion a los ansioliticos centro bonanova - Ansiolíticos ¿Uso o mal uso?

Vivimos un mundo estresante, ahora más que nunca, y al mismo tiempo cada vez nos cuesta más enfrentarnos a los problemas cotidianos, no queremos sufrir y recurrimos a la química para descansar, quitarnos la ansiedad, o para dormir. Al fin y al cabo, lo que queremos es desconectar de una realidad que nos agobia o evitar situaciones que nos es difícil de afrontar.

No olvidemos que hay circunstancias en la vida que no son patológicas, sino simplemente situaciones vitales que requieren, en más de una ocasión, una intervención psicológica y farmacológica, pero en otras bastará con una terapia psicológica o educación psicosanitaria específica adecuada.