Existen muchas maneras de realizar un tratamiento de cocaína. Una forma eficaz es el abordaje llamado prevención de recaídas, el cual explica la conducta de consumir drogas como un comportamiento aprendido. Su objetivo es que el paciente aprenda a anticipar y enfrentarse a las presiones y problemas que pueden conducirle a una recaída. En este modelo se consideran los consumos puntuales que se producen durante el proceso de tratamiento como errores de los que se aprende en el proceso de deshabituación. En cambio, la recaída se define como “cualquier retorno al comportamiento adictivo o problemático o al estilo de vida anterior, después de un período inicial de abstinencia y de cambio en el estilo de vida”.
El tratamiento de cocaína que se basa en los programas de prevención de recaídas entrena las estrategias de afrontamiento
1) Habilidades específicas de afrontamiento para manejar las situaciones de alto riesgo tanto externas (presencia de otros consumiendo, ver a gente “colocada”, etc.), como internas (aburrimiento, sentimientos de tristeza y soledad, etc.). Estas habilidades se entrenan mediante la relajación, la asertividad, la competencia social, el control de la ira y el malestar.
2) Estrategias generales: estilo de vida saludable y habilidades de, autocontrol y manejo de consecuencias, para que los cambios se generalicen y mantengan después del tratamiento.
El proceso de extinción del deseo de consumir (craving) constituye una parte importante del tratamiento de cocaína, ya que los pacientes verbalizan un impulso “automático” hacia la droga difícil de resistir. La intervención y análisis de las situaciones enseñan a detectarlo y afrontarlo.
Por último, en el marco de un tratamiento de cocaína se puede considerar la prevención de recaídas como una intervención global sobre el estilo de vida, con intervenciones dirigidas al equilibrio entre deberes y deseos o placeres, control de fuentes generales de estrés y estilo de vida “balanceado”.
Aunque la estupidez es moenda corriente, uno no termina de acostumbra rse nunca. Ante casos como el que narras, siempre recuerdo lo que dijo Schopenhauer: La inteligencia humana es limitada, pero la estupidez no tiene ledmites . No es que esta frase tenga la virtud de menguar la pena o el enojo que me producen dichas situaciones; sf3lo que al menos vuelve a ponerme los pies en la tierra y me recuerda que la batalla que enfrentamos es diaria.Carif1os.