La OMS va a incluir en su Clasificación Internacional de Enfermedades el concepto de juego nocivo y el de trastorno por videojuegos.
El trastorno por videojuegos es un trastorno relativo a la conducta adictiva y según la definición que propone la OMS se caracteriza por un “patrón de comportamiento de juego recurrente o persistente”.
La OMS resalta que para ser considerado un trastorno, el patrón de comportamiento de juego ha de ser “suficientemente severo” como para que acabe por invalidar a la persona en lo personal, familiar, social, educacional u ocupacional, e indica que puede hacerse evidente al cabo de unos 12 meses.
La OMS también ha recogido otra definición relacionada con la utilización de los videojuegos, la de juego nocivo, y en este caso hace referencia a un patrón de juego “que incrementa apreciablemente el riesgo de daño físico o de consecuencias para la salud mental del individuo o de otros alrededor del individuo”.
El peligro al que hace referencia se vincula con la frecuencia de uso de los videojuegos, el tiempo que se dedica a ello, las actividades y prioridades que se dejan de lado por jugar o a los comportamientos de riesgo relacionados con los videojuegos, su contexto o las consecuencias adversas de jugar.
Los afectados son principalmente jóvenes de entre 14 y 18 años con problemas asociados como trastornos de conducta, de personalidad o depresión. Pueden pasar varias horas jugando con los videojuegos y puede tener afectaciones a todos los niveles: emocional, conductual, familiar e incluso físico.
¿Qué podemos hacer?
El mejor consejo es educar en el uso responsable y transmitir al adolescente el mensaje de que no es una actividad que deba hacerse de forma aislada. Si todo y con eso se detecta algún problema relacionado con el uso de los videojuegos y el joven no normaliza su actividad y su actitud, es importante consultar con un especialista en adicciones que pueda valorar de forma más profunda lo que pasa y si existe algún otro trastorno que esté agravando la situación.