Si hiciéramos una revisión de los post hechos en los blogs donde se habla del tratamiento de cualquier tipo de adicción o trastorno de salud mental (desde las adicciones a substancias, la dependencia al juego, trastornos de la alimentación, pasando a problemas de ansiedad, depresión, y trastornos psicóticos, etc…) veríamos que en un tanto por ciento altísimo todas, en algún momento, plantean la importancia de la implicación de la familia en el tratamiento. De hecho, hay estudios en los que de manera objetiva, se muestran los beneficios de su implicación, mostrando que si se involucran en el tratamiento, las familias pueden ser de utilidad, y que el tratamiento centrado en la familia funciona más rápido y de forma más eficaz para la mayoría de los pacientes.
Pero, ¿qué significa que la familia se implique?
A partir del momento que en una familia se diagnostica algún problema de salud mental o trastorno de conducta a uno de sus miembros, aparecen multitud de miedos, incertidumbres, inseguridades, angustias y sentimientos difíciles de gestionar. Y también aparecen muchas preguntas: ¿Por qué ha pasado esto? ¿Hemos hecho alguna cosa mal? ¿Cómo puedo ayudar? ¿Cómo se cura esto?
Intentaremos ver a continuación cuales son los aspectos básicos a considerar cuando hablamos de implicación de la familia en el tratamiento.
1. Al principio del tratamiento, recibir información es muy importante. La familia necesita resolver dudas y poder aferrarse a algo. Por eso lo primero es recibir información y formación sobre la enfermedad:
-Cómo actuar correctamente
-Qué hacer y qué no hacer
-Conocer la enfermedad, factores relacionados con su aparición, su mantenimiento, su resolución.
-Qué hacer en las recaídas.
2. Una vez se van contestando las preguntas iniciales, es hora de hacerse cargo de la parte emocional. Recibir un buen soporte emocional ayudará a que la familia pueda gestionar y manejar las angustias y emociones que interfieren a la hora de entender qué está pasando y qué puede hacer para favorecer el tratamiento de la persona afectada. Este soporte puede ser individual o grupal, pero siempre realizado por un especialista en la enfermedad o trastorno.
3. Y por último, y no menos importante, es que, muy probablemente habrá que cambiar cosas de nuestra relación con la persona afectada. El ir descubriendo que cosas no estaban funcionando adecuadamente, el entenderlas e ir haciendo esos cambios, no es tarea fácil, pero si muy enriquecedora, no solo para nosotros mismos, sino para toda la familia en general y para el afectado por la enfermedad en primer lugar.
Todo lo anterior sirve para ayudar a nuestro hijo, hija o familiar en el problema que ha sobrevenido en la familia. No es fácil, pues requiere también cierta capacidad de aceptar que necesitamos ayuda y que probablemente tendré que cambiar cosas. Pero, si estamos dispuestos a hacerlo, estaremos implicándonos en el tratamiento de nuestro hijo.