Tener fantasías sexuales, masturbarse regularmente, mirar pornografía para excitarse, leer libros eróticos… es decir, ser activo sexualmente, no significa tener una adicción al sexo.
La adicción al sexo, o sexo compulsivo, se refiere al conjunto de conductas que se dan repetidamente y de forma compulsiva dirigidas a mantener relaciones sexuales habitualmente con diferentes parejas, con el fin de satisfacer un intenso y frecuente deseo sexual.
El adicto al sexo se caracteriza por una necesidad de conducta sexual excesiva, y por un pensamiento continuo y obsesivo respecto del sexo. El sexo domina su pensamiento y su conducta y la persona persiste en este comportamiento a pesar de las graves consecuencias negativas que le comporta. En definitiva, hablamos de adicción al sexo cuando las ganas de practicar sexo se convierten en el eje central de nuestra vida cotidiana y nos impiden desarrollarnos en nuestro día a día con normalidad (familia, pareja, amigos, trabajo, economía, tiempo libre…).
Los adictos al sexo, no viven placenteramente esta sexualidad ya que su comportamiento responde a un impulso, a una necesidad de la que no son capaces de controlarse, y una vez realizada, sentir en la mayoría de ocasiones, vergüenza y arrepentimiento. En ocasiones la persona llega a tener conductas sexuales que van en contra de sus normas morales, lo que le puede llevar a vivir una doble vida basada en el engaño y la mentira.
Esta conducta sexual es utilizada como un mecanismo de evitación, es decir, se utiliza para “escapar” de sensaciones desagradables, como tensión, ansiedad o malestar físico más que como una manera de procurarse placer.
Como pasa en otras adicciones, el adicto sexual no entiende su manera de actuar y no es consciente de su problema. Para él es una manera de ser y de amar, o es una necesidad más, normalizando y racionalizando su conducta como si se tratara de una necesidad vital más, como el beber o el comer. La mayor parte de adictos no empiezan a plantearse su comportamiento como un problema hasta que no empiezan a aparecer consecuencias negativas, como por ejemplo en la salud (infecciones frecuentes de ETS, HIV), problemas con la pareja (si la hay), problemas laborales, con la justicia, etc…
También es frecuente en estas personas el abuso de sustancias adictivas como el alcohol, cocaína, marihuana, y la combinación del uso de estas sustancias con la conducta sexual.
La adicción al sexo se puede presentar de muchas formas: masturbación compulsiva, relaciones sexuales con prostitutas, sexo anónimo con múltiples personas, consumo constante de pornografía, cybersexo, relaciones sexuales que entrañen peligro, contacto por anuncios o abuso de líneas telefónicas eróticas… La adicción puede mostrarse con una sola conducta o puede implicar varias.
Características principales de la adicción al sexo:
Es muy importante poder hacer un buen diagnostico para determinar si la conducta sexual es adictiva y precisa un tratamiento o no. Puede pasar que no estemos hablando de una adicción al sexo, pero tengamos dudas sobre alguna conducta sexual que nos preocupa o no tengamos claro si es patológica o no. En esas situaciones, lo mejor es poder consultar con un profesional.
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